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Belleza en la madurez: cuestión de actitud

  • 12 min read
La belleza de una mujer madura y sensual

¿Has llegado al «atardecer de la vida»? Si es así eres afortunada, estás en la etapa más plena del recorrido. La madurez te aporta belleza… ¿Lo dudas? ¿Piensas que las arrugas y las canas te restan atractivo? Pues, no tiene que ser así. Si estas van acompañadas de una buena actitud, de alegría, entusiasmo e ilusión, entonces tu presencia tendrá ese maravilloso encanto que se desarrolla con los años y las vivencias.

Piensa que ahora eres más libre, más auténtica, estás más en sintonía contigo misma, sabes lo que quieres y lo que no… ¡y eso es enormemente atractivo! ¡No te resistas al cambio natural, vive a plenitud, no te rindas! Cumplir años no es un desmérito.

Tu valor no disminuye con el paso del tiempo. La edad es sólo un número, pero el encanto es inestimable. Muchas en esta etapa, con sus arrugas, canas y celulitis, son endiabladamente seductoras. Aprovecha ese tesoro que posees: experiencia y sabiduría.

Hay que decir como Saramago: «¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento. Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos. ¿Qué cuántos años tengo? ¡Eso a quien le importa! Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento».

 

«Me sorprende nuestra locura, eso de querer tanto el cuerpo, una cosa tan y tan pasajera…» Séneca

 

Si miramos atentamente a nuestro alrededor es fácil advertir esa especie de acuerdo tácito en el que no se espera que las personas maduren, sino que permanezcan eternamente jóvenes y cuiden su físico al mínimo detalle. Como dice el filósofo y crítico de arte, Ignacio Castro Rey, en ‘Sexo y silencio’: «el miedo a vivir que atraviesa esta sociedad senil explica su adoración por el mito de la eterna juventud y los cuerpos de diseño».

Es un sistema en el que todo está articulado para encajar o no, donde el enjuiciamiento es constante. Sientes el peso de la mirada crítica de la sociedad cuando tu cuerpo no está acorde a ese mandamiento social que nos uniforma y clasifica. Y esa obsesión por la apariencia física y la juventud arrastra cada día más adeptos.

La situación de las mujeres que se sienten presas de este modelo de belleza preconcebido es insostenible. Y lo es más aún para aquellas que han llegado a los 40, a los 50 y más. Al llegar a la madurez a muchas les preocupa la consabida invisibilidad que la sociedad les confiere a las personas mayores. Estos años se convierten en un suplicio.

Por suerte no todas lo ven de esta manera. Muchas tienen una perspectiva totalmente diferente. No se atienen a imposiciones absurdas. Saben quienes son, lo que valen y de qué son capaces. Recorren un camino en el que todavía hay sueños y metas por cumplir, confiadas de que su experiencia les permitirá lograrlos con una mayor seguridad.

 

Mujeres maduras y bellas

Quien se siente bien por dentro se ve bien por fuera.

 

Esa seguridad se siente cuando se ha aprovechado bien el tiempo, cuando hemos adquirido conocimientos y habilidades para la vida. Si no has dejado vacío tu interior y has cultivado tu persona con atributos valiosos e imperecederos nunca serás invisible para los demás.

(Aquí puedes leer sobre mujeres conocidas que envejecen con gracia y elegancia ).

Para algunas, como la novelista británica Anne Brontë, la cuestión es simple: «resulta estúpido desear la belleza. Las personas sensatas nunca la ansían para sí ni se preocupan por ella en los demás. Si la mente está bien cultivada y el corazón bien dispuesto, nadie se preocupa por el exterior».

 

«Saber envejecer es una obra maestra de la sabiduría, y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir». Henri-Frédéric Amiel

 

Saco a colación unas palabras del Papa Francisco que describen el triste panorama que estamos viviendo: «La vida nos da miedo. La libertad nos asusta. En un mundo tan condicionado por las adicciones y la virtualidad, nos asusta ser libres». A esto habría que agregar la gran paradoja que nos atormenta: nos aterra la vejez, sin embargo queremos vivir más.

Tardamos tanto en madurar, es tan complicado el oficio de vivir… Y cuando al fin lo dominamos ya está cerca la muerte, o por lo menos empezamos a pensar en ella. Sin embargo la esperanza de vida hoy es mayor (en algunos países). Así que, si mantenemos nuestra salud física y mental, podemos vivir esos años a plenitud.

Debemos decir como la poeta española Concha de Marco: «Valoro mi vejez, que ya se configura en el espejo, con todo el esplendor de mundos interiores. Quien piense lo contrario, que tire la primera piedra». Un gran número de mujeres no quiere que su cara y su cuerpo sean sinónimo de su edad, pero hay muchas que defienden las «imperfecciones» propias de estos años.

De las últimas podría mencionar unas cuantas, pero la que primero me viene a la mente es Kate Winslet. Tal vez sea por el éxito de su reciente serie «Mare of Easttown», donde su personaje «es una mujer que se mira al espejo cuando se lava los dientes por la mañana y no se vuelve a mirar el resto del día». Algo completamente normal para muchas.

Kate cumplirá 46 en unos días y luce con orgullo sus arrugas. Ella no acepta retoques que le resten naturalidad. De hecho, no aceptó que eliminaran su barriguita en una escena de la serie antes mencionada.

 

La belleza y madurez de Kate Winslet interpretando a Mare.

Kate Winslet interpretando a Mare, una mujer de carácter fuerte, entregada a su trabajo.

 

Asimismo, pienso en una mujer como Rita Levi-Montalcini, que hizo su propio camino hasta el último día de su larga y fructífera vida. Ella nos dejó esta frase: «las mujeres que han cambiado el mundo no han necesitado nunca mostrar otra cosa que su inteligencia». Nunca intentaron parecerse a nadie, no siguieron ningún canon. Cuando el envoltorio (su cuerpo) cambiaba, el contenido prevalecía y brillaba con luz propia.

 

«No te escudes en la edad, que es así como se envejece. La juventud es un estado de ánimo». Carmen Martín Gaite

 

Es cuestión de actitud. Decía la actriz mexicana María Félix: «No le tengo miedo ni a las canas ni a las arrugas, sino a la falta de interés por la vida. No le tengo miedo a que me caigan encima los años, sino a caerme yo misma». Mientras la alegría y el deseo de vivir estén presentes podremos seguir pisando fuerte y dejando huellas de nuestro paso por el mundo.

Algunas mujeres se mantienen siempre atractivas. Y no me refiero a los rasgos físicos, sino a cualidades que las hacen admirables. ¡Son tan reales, tan humanas! Dejaron atrás las inseguridades y muestran una gran serenidad y fortaleza. Poseen una fuerte personalidad y un gran magnetismo personal.

Entienden que la belleza del cuerpo es flor que se marchita. Así que no les preocupa el no tener la frescura de una joven, porque saben que se tarda años en transformar el atractivo físico en verdadera belleza. Y precisamente esos años repletos de vida les han dejado un aroma único, que perdura… y ese aroma no caduca como la flor.

 

Esa mujer…

 

Esa mujer lleva todas sus edades en la mirada, colecciona momentos en vez de acumular cifras. LLena de sentido los años. No lleva prisas. Saborea más y mejor cada momento. Ha explorado sus propios límites y se reinventa cuando es necesario. No le da miedo decir lo que siente. Conoce muchos secretos (y no sólo de deliciosas recetas de cocina).

Sabe muy bien lo que quiere y también lo que no soporta. Asume sus errores y se siente bien consigo misma a pesar de cualquier equivocación o fracaso. Ha logrado una estabilidad personal y un equilibrio emocional que cautiva. Se ha reconciliado con la vida y fluye con ella sin dramatismos innecesarios.

No necesita tener todo bajo control porque vive con cierto desapego inteligente, en el que deja ir lo que no hace bien al corazón. Ahora posee la comprensión, la empatía y la ternura que no tuvo a los veinte. Y se siente en la edad perfecta para disfrutar de una segunda juventud, pero esta vez con la cabeza «bien amueblada».

 

La bella Mónica Bellucci en su esplendorosa madurez.

«Me he vuelto más bella con la edad», dijo la actriz italiana, Mónica Bellucci, que con 57 años sigue siendo una mujer bella y sensual. (La foto fue tomada en el Festival Internacional de San Sebastián, 2017. Tenía entonces 53 años).

 

Acepta su cuerpo todo, las luces y las sombras. Se siente cómoda y segura y eso se transmite en su forma de caminar, de moverse. Vive la sexualidad de una manera consciente, disfrutando el placer lento, saboreando el presente.

De esa actitud, de su forma de ver el mundo y de estar en él, procede en gran medida su atractivo. Su confianza en sí misma le da un brillo que todos pueden ver aún en la oscuridad de los momentos difíciles, porque se irradia desde su interior con fuerza.

El encanto de una mujer joven deslumbra, es fuego que quema como el sol en un día de verano. El de la mujer madura es como un atardecer en la playa que despierta tus sentidos, te embriaga, te envuelve y te seduce… y te entibia el corazón.

 

La gente bella no surge de la nada

 

«Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada».

Lo anterior fue dicho por la psiquiatra y escritora, Elisabeth Kübler-Ross, una de las mayores expertas mundiales en la muerte. Ella insistía en que nos preguntásemos: ¿he sacado tiempo para vivir de verdad? Aquellos que han vivido por lo que quieren hacer y no por lo que deberían hacer, tienen una vida más rica e interesante.

Nos han hecho creer que la gente bella es la que tiene juventud, dinero, poder, o sea, artistas de cine, futbolistas, famosos… No se mencionan a aquellos con un corazón más ancho y abierto, a los que son mucho más sensibles… A los que han vivido experiencias intensas y lacerantes que han formado su profunda humanidad.

 

Frida Khalo: mujer fuerte y de una belleza rebelde.

La pintora mexicana, Frida Kahlo, ícono de las mujeres fuertes, transformó su dolor en arte. Ella nos mostró cómo vivir la vida, aún con pesares y sufrimiento. Al morir a los 47 años dejaba tras de sí un maravilloso legado.

 

Las personas así distinguen fácilmente lo esencial de lo accesorio. Rodearte de ellos es maravilloso. Nos atraen porque son seres que nos nutren y queremos aprender de ellos, contagiarnos con su fuerza y su serenidad. Queremos conocer su interesante mundo interior, donde anida la belleza verdadera.

 

¿Por qué algunos hombres las prefieren con más años?

 

Algunas mujeres tienen muy claro que para el amor no hay edad. No tienen miedo al qué dirán ni les importa lo que piensen los demás. Ellas con su jovialidad, encanto y talento han conquistado el corazón de hombres más jóvenes.

Es afortunado el hombre, de cualquier edad, que sabe paladear el exquisito sabor de una mujer en su madurez. Algunos jóvenes eligen como compañera de vida a una mujer madura porque entienden que su paz, estabilidad e incluso su éxito dependen mucho de la pareja, de cómo es y lo que puede aportar a la relación.

Es digna de mencionarse la pareja que forman Keanu Reeves y Alexandra Grant porque, aunque él es mayor que ella, siempre se espera que un actor atractivo y exitoso elija como compañera a una jovencita que cumpla con los cánones de belleza occidentales. En ese mundo hollywoodense sigue siendo más importante la edad que la personalidad.

Estamos tan acostumbrados a mujeres tratando todo el tiempo de aparentar que el tiempo no pasa por ellas, que al ver a Alexandra con su pelo canoso todos pensaron que era mayor que él (a ellos sí se les aceptan las canas que los hacen «interesantes»). Pero, ella es una artista con una carrera brillante, que lleva sus canas con orgullo.

Entre personas públicas y famosas son admirables algunos casos como el de Hugh Jackman y Deborra-Lee Furnes (ella con 13 años más); Joan Collins y Percy Gibson (Joan 32 años mayor); y la relación que más admiro es la de Brigitte Trogneux y Emmanuel Macron (ella tiene 24 años más), quienes protagonizaron una bella historia de amor.

 

Este hombre joven y talentoso, hoy presidente de Francia, podría haber tenido a su lado cualquier joven de cuerpo espectacular, sin embargo se enamoró perdidamente de Brigitte. Y, a pesar de todos los obstáculos que se interponían a esa relación, luchó por su amor.

 

Brigitte Trogneux tuvo que desafiar a la sociedad francesa para volver a comenzar su vida con un hombre mucho más joven. Y no se arrepiente de su decisión, pues como dijo en una entrevista: «si no hubiera tomado esa decisión, la vida me hubiera pasado por delante». Él, por su parte, la mantiene siempre a su lado en la primera línea, como asesora, guía, pero sobre todo esposa.

Ojalá todas tuviésemos la valentía de Brigitte, amaramos sin limitantes y envejeciéramos activamente. Ella es un ejemplo positivo y poderoso. Una mujer que vive plenamente y con ilusión cada día, siempre será fascinante.

Si te has adentrado antes que tu pareja en la vejez, no debes dejarte abrumar por el peso de los años, los achaques o cualquier cosa que te haga sentir insegura. ¡No renuncies, atrévete, sé valiente! ¿Por qué perder la posibilidad de vivir algo excepcional?

«La belleza viaja a una velocidad demasiado fugaz sobre la tierra», decía Eugenio Montejo en El cuaderno de Blas Coll. No nos aferremos a esa belleza del cuerpo que pasa tan veloz por nuestras vidas. Somos mucho más que un número y mucho más que un cuerpo.

 

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