Saltar al contenido

Obsesión por la belleza y la juventud

  • 4 min read

En la novela «El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde, se nos presenta la obsesión por la belleza y la juventud. El protagonista, desea permanecer por siempre joven y bello, y que, a cambio, su retrato sea el que envejezca. Su deseo se cumple y mientras despierta la admiración de todos va perdiendo humanidad. Al final su obsesión le cuesta la vida. Esta obra a pesar de ser del siglo XIX no pierde vigencia.

El culto a la juventud y la belleza siguen siendo actuales. Se aprecia claramente en la gran cantidad de personas dedicadas a conseguir un físico atrayente, sin importar el costo, en los  adictos a las selfies y en las estrellas fugaces de los medios, ofreciendo juventud y belleza unidos a la magia de la realidad virtual (un binomio de corta duración). Hoy nadie quiere llegar a «cierta edad», todos quieren ser jóvenes, o al menos, aparentar juventud.

Siempre que nos ocupamos sólo de la belleza exterior o artificial, nos alejamos de lo humano. Si nos detenemos a observar, a sentir, a escuchar, detectaremos belleza en rincones y hasta en los recovecos menos pensados. Son sitios donde no puedes tocarla (porque no se trata de cualidades físicas). Piensa en la innegable belleza que hay en la experiencia de vida de una persona, en su prudencia, sabiduría, sencillez y serenidad. Y todo eso se alcanza con los años y las vivencias.

 

Mujer madura de mirada serena

 

Es natural el deseo de prolongar los años de juventud y el rechazo a todo lo que trae consigo la vejez. De hecho, cuando escuchamos la palabra viejo, inmediatamente pensamos en algo antiguo, gastado por el uso, decadente, anticuado, obsoleto, inútil. Y, si pensamos además en el abanico de expresiones cargadas de prejuicios y denominaciones peyorativas que se usan para referirse a las personas en esta etapa de la vida, es lógico que nadie quiera llegar a ella.

Palabras como: jubilados, mayores, seniles, viejos, ancianos, improductivos, débiles, decrépitos, población de edad avanzada, son usadas muchas veces de forma despreciativa y discriminatoria. Pero, no podemos dar la espalda a la realidad, ni evitar pasar esta etapa, que como todas tiene su encanto y puede ser de provecho.

Cada persona tiene una forma peculiar de envejecer. Muchas mujeres de cincuenta años y más, no nos cambiaríamos por nadie, aún si se tratase de una mujer mucho más joven, atractiva o famosa. Y, es que cuando estás viviendo tu época de esplendor, después de haber peleado en tantas batallas y haber ganado experiencia y sabiduría, vives y ves la vida de otra forma. Sabes lo que quieres y tus días se colorean de actitud, de experiencias de gran intensidad emocional, de risas…

Si te sientes a gusto contigo misma y piensas que puedes seguir aportando a los demás, vivirás con alegría sin importar la edad. Esa alegría y la satisfacción que sientes te definen y estas son cualidades más cautivantes y perdurables que cualquier atributo físico.

 

Pareja de edad madura en la playa

Hay mujeres como Vera Wang, con una figura impactante, por la que no parecen haber pasado 71 años. Es difícil de creer que esta prestigiosa diseñadora de modas tenga esa edad. Al visitar su cuenta de Instagram nos quedamos perplejos viendo su aspecto tan juvenil. Ante el asombro general de sus seguidores, al conocerse su edad, ella confesó que no ha hecho un pacto con el diablo (ni deliberadamente como Fausto, ni inconscientemente como Dorian Gray).

Simplemente se protege mucho del sol, cuida su alimentación sin obsesionarse con dietas extremas, practica ciclismo y un poco de levantamiento de pesas. Vera se define como una artista innata, que haría cualquier cosa (escribir novelas, dirigir películas…) con tal de dar rienda suelta a su enorme caudal de creatividad. Las personas como ella, que llenan de sentido los años y que valoran la propia existencia, de algún modo permanecen siempre jóvenes.

 

Mujer madura haciendo ejercicio

No se trata de negar la decadencia y los cambios que vienen con los años, sino de ver que estos no disminuyen nuestro valor, y que aún esa temida época puede ser de crecimiento, de disfrute, de plenitud… si así lo deseamos.

 

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: