Algo va mal en la sociedad occidental, no hay dudas. Lo notamos en esa inquietud profunda, que asalta a todos ante cierto tema: la vejez. Existe una actitud negativa hacia los cambios que acontecen en esta etapa. Resulta evidente la repugnancia y aversión de la mayoría hacia el proceso de envejecimiento. En este contexto son muchos los prejuicios y estereotipos que recaen sobre los envejecientes, principalmente en las mujeres.
Es tan fuerte el miedo a la muerte y a la discapacidad, que estigmatizamos, segregamos y rechazamos a las personas mayores para evitar pensar en nosotros a «esa edad», para no pensar en nuestra mortalidad. Así de insensibles e irreflexivos somos.
¿Por qué criticamos a quienes ven más allá de los años y de la piel?
«Conocí a una mujer mayor que yo y me enamoré de ella, y eso a los demás les resulta fascinante y extraño, pero para mí es el detalle menos interesante sobre mi persona. Sucede lo mismo con el cine y la discriminación de las mujeres. El hecho de que sea tema de conversación quiere decir que algo va mal en la sociedad», comentó Sarah Paulson en una charla con la revista Elle. Se refiere a su relación con la actriz Holland Taylor, la cual ha sido muy criticada, tanto por ser homosexual como por la diferencia de edades.
¿Por qué fijamos la atención en estos detalles? Es simple, porque vivimos en una sociedad enferma, en la que las mujeres mayores no son visibles. Y cuando una de estas mujeres hace algo que no está dentro del patrón de comportamiento esperado, entonces se hace visible por su «reprobable» actitud.
Y la sociedad tan obsesionada por la juventud y bajo el imperio de la belleza, la critica por no cumplir con las expectativas para una persona de su edad. Holland Taylor es una actriz con una carrera admirable y una mujer con ganas de seguir viviendo la vida con intensidad y eso es para admirar, no para criticar.
¿Por qué se ha hablado más últimamente de la vida íntima de Sarah, que de su talento y sus grandes virtudes? ¿Por qué no detenernos más en sus actuaciones, su éxito en la serie Ratched o en su labor humanitaria? Paulson siempre ha sido solidaria con los sectores más vulnerables. Ella ha denunciado el tráfico sexual y la explotación de niñas y mujeres, se ha solidarizado con las personas que han experimentado acoso sexual, agresión o abuso en el lugar de trabajo.
¿Por qué no ver mejor su colaboración con la organización Partners In Health que lleva la ciencia a los más necesitados en la lucha contra el covid-19? Ver que ha sido una adalid de la equidad racial, los derechos reproductivos y la protección del medio ambiente. Ver que es parte de un grupo de actores que ha estado llamando a los estadounidenses a cumplir con su deber de votar en las elecciones del próximo 3 de noviembre.
También es loable su actitud al tratar de corregir la injusticia cometida contra Rosanna Arquete, cuando supo que esta actriz no podía conseguir trabajo. Algo que al parecer es resultado de haberse pronunciado públicamente contra Harvey Weinstein. Un depredador, que fue acusado de tres décadas de hostigamiento sexual, agresiones y violaciones a mujeres. Ahora Rosanna es parte del elenco de Ratched, gracias a la solidaridad de Sarah.
Todo eso es Sarah Paulson, no su relación actual o sus relaciones anteriores.
Envejecer con dignidad
Otra mujer maravillosa es Frances McDormand, la adalid del derecho a hacerse mayor (y parecerlo). Un ejemplo de cómo envejecer con dignidad. En ella no hacen mella los prejuicios y estereotipos que atormentan a otras mujeres a partir de los cincuenta. Sin duda su comportamiento se separa totalmente del estereotipo femenino de esta época. Frances muestra con orgullo sus canas y su rostro sin maquillaje, surcado de arrugas. Ama estar en los sesenta, dice que se está muy bien a esa edad.
Es una actriz atípica, que nunca quiso la fama, porque es de las que siente que la actuación es un arte y no solamente un producto de negocio. Ella considera que el mundillo de las celebridades se ha vuelto escandalosamente poderoso y ha cambiado nuestra cultura y disminuido el valor de la persona en sí misma.
En una entrevista con la revista Bocas, contó las injusticias que sufrió en sus inicios como actriz. Como le pedían que modificara detalles de su rostro para ser aceptada. También le dijeron que no tenía talento natural. Algo que desmiente sobradamente su reconocida trayectoria, merecedora de innumerables premios: Oscar, Globos de Oro, SAG, BAFTA, Tony, Emmy, Independent Spirit…
Al igual que Frances McDormand, las mujeres estamos cansadas de los estereotipos en el cine, queremos historias interesantes centradas en mujeres. Mujeres mayores con papeles dinámicos, no sólo de esposas y madres. Debemos exigir películas con roles femeninos fuertes, sin que la edad de la actriz sea una limitante y se aproveche el talento de estas mujeres que tienen tanto que aportar.
Está muy bien ser una mujer mayor e inteligente
«No está escrito que una tenga que ser guapísima a perpetuidad y tendríamos que ir haciéndonos a la idea de que está muy bien ser una mujer mayor e inteligente. Y si tu pareja no lo entiende así, entonces no es una persona adulta, y harías mejor en no estar a su lado». Estas son palabras de Sharon Stone en una entrevista para The Telegraph.
En la misma, también dijo que se siente más a gusto con su cuerpo que nunca. «Hace tiempo que no hago caso a lo que otros digan sobre mi cara y mi cuerpo. Tengo celulitis, sí, ¿y qué? Todos los cuerpos femeninos tienen sus imperfecciones… »
Sharon es una mujer que desde muy joven no se ha quedado callada ante la injusticias. Se creó fama de difícil, al no aceptar situaciones humillantes de parte de los directores que la dirigieron. Su último papel fue en Ratched, donde por primera vez pudo trabajar en un ambiente femenino. Algo que valoró mucho.
A lo largo de su vida ha tenido que afrontar situaciones muy traumáticas como: un grave derrame cerebral a los 43 años, que requirió de 7 años para recuperarse; divorcios; batalla por la custodia de un hijo; la muerte de familiares cercanos a causa del coronavirus…
Todo esto le ha dado «un sentido más afinado de la realidad», que no le permite perder su tiempo en menudencias. «Tengo 62 años y he vivido tanto que sé lo que realmente requiere mi atención».
La famosa actriz de Instinto Básico, volvió a la universidad para terminar sus estudios a los 58 años. Los prejuicios y estereotipos que afectan a las mujeres mayores no tienen cabida en la vida de esta mujer, que lleva el envejecimiento con una gracia y una elegancia inigualables.
Falsas creencias sobre el envejecimiento, prejuicios y estereotipos
El envejecimiento está dentro del proceso evolutivo de la vida. Es un ciclo vital que en ningún caso constituye en sí mismo un proceso patológico, un estado de enfermedad o de discapacidad.
Rechazar el proceso de envejecimiento y a las personas que ya han envejecido es el resultado de una sociedad de consumo que asocia valor a juventud. Y tiene como principal recurso a la población joven para sostener la productividad. Una sociedad que, irónicamente, mientras desprecia por la edad envejece a toda velocidad.
El edadismo o discriminación por la edad ocupa el tercer puesto entre las distintas formas de discriminación, luego del racismo y el sexismo. Los prejuicios, estereotipos y falsas creencias sobre el envejecimiento ejercen un efecto muy negativo entre las personas mayores.
Tanto es así que, aún cuando conservan sus capacidades para realizar actividades, se desenvuelven como si padecieran las dificultades consideradas propias de su edad. Asumen estas creencias como algo propio y pasan a ser meras observadoras, excluyéndose a sí mismas de los ámbitos a los que antes pertenecían.
Aceptando un destino programado
Pareciera que todos padecemos el fatalismo de Rubén Darío, cuando expresó: «Para qué querré yo la vida cuando no tenga juventud». Se asumen conductas acordes a lo esperable según las creencias discriminatorias. Esas que propugnan una imagen de personas enfermas, asexuadas, improductivas, con dificultades para aprender, aisladas socialmente e inflexibles.
Así muchas personas se marginan y excluyen ellos mismos para no sufrir discriminación, comportándose en base a esos estereotipos.
La mujer en esta etapa no se siente tan femenina como debiera y no logra conciliar dos aspectos de ella misma: la juventud pasada y la vejez presente. Y se derrumba ante la presión social de una sociedad que la menosprecia por la huella del tiempo en su piel.
Actualmente, con las redes sociales, es más fácil y rápida la difusión de estereotipos de toda índole. Muchos son una burda simplificación, totalmente infundada, que surge a partir de prejuicios. Con los que pretenden moldearnos para ser más «aceptables» en la sociedad. ¡Algo totalmente intolerable!
Ellos maduran y nosotras envejecemos, un estereotipo muy arraigado
Los estereotipos dirigidos hacia las mujeres son más negativos que los dirigidos hacia los hombres. Estos van ligados a patrones de belleza, seducción y juventud, a los cuales no es posible dar respuesta, llegadas a cierta edad, por los cambios biológicos y psicológicos que se atraviezan en ese período.
Las mujeres son consideradas adultas mayores antes que los hombres. Pasados los cincuenta años se comienza a percibir socialmente la pérdida de la juventud. A esa misma edad, los varones son percibidos como personas aún jóvenes y más atractivos físicamente que las mujeres de la misma edad.
La discriminación por el físico y la edad, sin tener en cuenta las aptitudes, es algo que nos afecta más a las mujeres. No sólo nos volvemos invisibles, sino que los hombres maduran y nosotras envejecemos, somos desplazadas, perdemos credibilidad… caducamos. A ellos sí se les reconoce el atractivo, la experiencia, la capacidad y el saber acumulado.
¿Por qué no podemos convertirnos con la edad en personas atractivas, como sucede con los hombres mayores? No ver nuestro valor y nuestro encanto es un gravísimo error y, más aún, no ver el potencial que pueden ofrecer los años de experiencia en la vida y en el trabajo.
El sexo nos hace bien a cualquier edad, olvida los prejuicios
En cuanto a la capacidad de expresar deseos sexuales y disfrutar de los mismos, esta no decrece con la edad, sino que cada etapa tiene sus diferentes formas de manifestarlos y vivirlos. Las mujeres que hayan vivido plenamente su sexualidad en la juventud es muy probable que tengan una sexualidad activa hasta una edad avanzada.
La sexualidad se expresa a lo largo de toda la vida. Los cambios que conlleva el envejecimiento no necesariamente implican el fin de la actividad sexual. Se siente placer y se disfruta. Además la actividad sexual rejuvenece, dado que beneficia la salud física y emocional en cualquier etapa de la vida, reduce el estrés y favorece el sistema inmune.
Es un error creer que la sexualidad en esta etapa no existe, no es necesaria y si sucede no es normal. Identificándonos con esta visión moralista y puritana nos convertimos en víctimas de nuestros propios prejuicios.
«El elixir de la eterna juventud está escondido en el único lugar en donde a nadie se le ocurre buscar, en nuestro interior». -F. Javier González Martín