Saltar al contenido

Lo bello, lo feo, o cómo ve el cerebro al mundo

  • 4 min read

La belleza no está fuera sino dentro de ti

Antes se creía que la belleza era objetiva, que tenía su existencia en sí misma y que nosotros sólo eramos meros contempladores pasivos de esta. Ahora sabemos que el mundo, todo eso que vemos, oímos y tocamos no posee ninguna belleza. Somos nosotros quienes la creamos, nuestro cerebro. Percibir la belleza del mismo modo y en las mismas cosas no es posible. Cada ser humano experimenta su propia belleza, distinta a la de cualquier otro.

Más allá del cerebro emocional y su actividad más básica, tenemos unos ingredientes neuronales añadidos que nos permiten deleitarnos con la belleza.

La educación tiene que ver

Para percibir la belleza debemos interactuar con las cosas del mundo y esto produce el conocimiento que es básico para la percepción de lo bello. El conocimiento nos permite notar el orden y las proporciones en todo lo que vemos. Algo que está determinado por la cultura en que naces y vives y la educación que has recibido.

Belleza cambiante

Si nos centramos específicamente en la belleza asociada a la mujer podremos constatar fácilmente la poderosa influencia de la cultura en la misma. Piensa, por ejemplo, en una mujer de la prehistoria, cuyo rol era parir y criar hijos sanos y fuertes. Las preferidas eran las de grandes senos, caderas anchas y cuerpos rollizos.

Pasemos ahora por la Edad Media, en la que se comienza a usar la frase tan manida de «la belleza está en el interior». Esta era la época de la belleza para Dios, que radicaba en la espiritualidad y la bondad. El poder e influencia de la moralidad cristiana impuso la moda de aquellos años y el tipo de mujer ideal: piel blanca, largas melenas rubias recogidas en moños, complexión ósea claramente nórdica.

 

 

Piensa ahora en las mujeres del nuevo milenio, en el canon de belleza femenina insano implantado por la moda. Estos son cuerpos esqueléticos, tanto que algunos parecen sacados de un campo de concentración nazi. Aunque concomitantemente coexiste un modelo de belleza con características que prácticamente nos remiten a la mujer de la prehistoria. Este se aprecia en el actual furor por los cuerpos voluminosos, moldeados con cirugía estética. Por lo general se prefieren los pechos enormes, las caderas anchas y unos culos despampanantes.

Tres épocas, tres culturas, tres modos diferentes de percibir la belleza, ese gran prodigio creado por el cerebro humano, que no sólo nos hace deleitarnos ante un rostro bello, sino también ante una obra artística, una pieza musical o un paisaje natural.

Cero patrones

Seguimos buscando la perfección pero, creo que esa búsqueda no va acorde con nuestra esencia como seres humanos. Aunque haya patrones de belleza definidos, estos nunca deberían de ir aparejados con el sufrimiento. No es nuestra misión como mujeres gustar a todo el mundo. Puedes maquillarte como una experta, alisarte el cabello, someterte a cirugías estéticas, ser andrógina, hipster, cosplayer y nunca agradarás a todos. Es imposible, precisamente por la forma en que nuestros cerebros perciben la belleza, cada quien de forma única.

 

 

Espero que se ponga de moda ser uno mismo sin seguir ninguna corriente, estar sano y que eso sea suficiente como parámetro para medir la belleza, sin más.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: