¿Quién diría que iríamos con el rostro tapado un año atrás? Hoy lo vemos con naturalidad e incluso entendemos que es posible verte atractiva con mascarilla. Pero, el proceso de adaptación continúa. Y cada día debemos ser más conscientes de la importancia de las mascarillas en la actual situación.
Se dice que nada será como antes, incluso después que tengamos una vacuna que nos proteja del virus, que nunca volveremos a ser los mismos. Según la opinión de muchos el individualismo atizado por el miedo al contagio se fortalecerá, seguiremos sintiendo la amenaza de infección por un tiempo y el contacto físico estrecho lo reemplazaremos por guiños, gestos, o cualquier modo de expresión que nos permita mantener la distancia.
Sí es cierto que, al menos en estos momentos, hay cosas que han cambiado. El poder, la belleza y el dinero no tienen el mismo significado en un mundo convulsionado por la pandemia del COVID-19. Lo que antes era relevante, hoy nos parece superficial. Vivimos una cotidianidad marcada por el distanciamiento social y las nuevas formas de hacer conexión y de encontrarnos.
Estamos en un proceso de reordenar nuestras prioridades, aprendiendo nuevos hábitos, nuevas rutinas, que no sabemos si permanecerán después de esta crisis. Esperemos que se puedan superar la hipocondría y la desconfianza masiva, sin dejar de cuidarnos y cuidar a los demás en esta cruzada que pone a prueba una vez más nuestra capacidad de superación.
La mascarilla se quedará con nosotros durante una larga temporada. Será un complemento más que añadir a la rutina diaria. En las redes vemos constantemente ofertas de mascarillas personalizadas, otras a juego con la ropa, sombreros con pantalla protectora para usar por encima… Un conjunto (outfit) no está completo si no se combina con esta nueva pieza de vestir.
El toque creativo que algunos le imprimen le levanta el ánimo a cualquiera. Las hay de telas coloridas, estampadas, brocadas, de terciopelo, con temas divertidos, con mensajes y frases de aliento. También se pueden adquirir en el mundo del lujo, de firmas como Louis Vuitton, Fendi, Chanel, Yvest Saint Laurent… Claro que estos glamorosos diseños no son aptos para todos los bolsillos.
Así como el uso de barbijos no está reñido con el estilo y el glamour, tampoco lo está el maquillaje. Este deberá centrarse en la parte visible del rostro, los ojos, que podemos resaltar y convertir en excepcionales protagonistas de estos tiempos. Con un toque ligero de corrector de ojeras, polvo, sombra, delineador y máscara de pestañas, potenciarás el encanto de esta zona.
De cualquier modo, ya sea que optemos por una vuelta a la sencillez y nos arreglemos con más naturalidad, o que queramos vernos sofisticadas, se puede lograr la armonía de nuestro atuendo con este nuevo e indispensable accesorio. ¡Y además verte atractiva con mascarilla! Ir a tono con las circunstancias, sin descuidar el cuidado personal y la belleza es posible.
Es fundamental no olvidar en ningún momento que la función de los tapabocas es de protección y que el valor estético añadido no debe sacrificar la funcionalidad y el propósito de los mismos. Muchos quieren lucrar y beneficiarse con la situación actual, poniendo a un lado el sentido humano y la compasión. Por eso nos identificamos con la filosofía de la línea Dove, la casa de la belleza real.
Su campaña dedicada a los trabajadores de la salud destaca rostros marcados por los atuendos protectores, que han estado usando durante la actual crisis del coronavirus. Un modo de rendir homenaje a estos héroes salidos de la vida misma, personas que están haciendo un esfuerzo sobrehumano, entregándolo todo en su labor. Las campañas de Dove están alejadas del consumismo mediático. No usan imágenes manipuladas, sin defectos. Nada de belleza «perfecta», ni modelos, ni retoques digitales. Reflejan la diversidad de la población, mujeres de diferentes edades, diferentes tallas, etnias o estilos. ¡Verdaderamente edificante!